PERDÓN

Pero yo reconocí mi pecado, no te oculté mi culpa;
me dije: "Confesaré mi culpa ante el Señor".
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
(Salmo 32:5)

Dichoso aquel a quien se perdona su falta,
aquel a quien de su pecado se absuelve.
(Salmo 32:1)

Después de tantos años de seguir a Jesús el pecado continúa siendo una realidad en mi vida. Una realidad en ocasiones inquietante, en otras paralizante, siempre destructiva. Lo triste del caso es que no hay esperanzas que vaya a desaparecer y será algo que me acompañará el resto de mi peregrinaje.

Por eso, las palabras del salmo son de tanto consuelo y ánimo. Es cierto que no puedo evitar el pecado, pero puedo lidiar con él y la confesión, la posibilidad de ser honesto, sincero y transparente con Dios me da la oportunidad de experimentar su perdón y poder continuar adelante.

No quiero se frívolo con la confesión. No quiero usarla como un talisman que me permita vivir como yo quiera. No puedo acercame a ella como si fuera un remedio mágico que todo lo arregla. Antes al contrario, quiero verla como la oportunidad que el Señor me da de vivir con mi realidad humana, con los fallos y la desobediencia, siempre con el objetivo de seguir adelante.

Comentarios

Entradas populares de este blog

SE PROPICIO A MÍ PECADOR

ESCLEROSIS

CORAZÓN INCRÉDULO