LINDO POR FUERA VACÍO POR DENTRO


Hoy escribo desde París camino ¡Por fin! a casa. Sigo la lectura del libro de Ezequiel. El capítulo 10 es sombrío porque narra cómo la gloria de Dios -lo que en el Antiguo Testamento equivale a su presencia- abandona el templo de la ciudad de Jerusalén, donde había habitado desde que fue consagrado por el rey Salomón.

La maldad del pueblo había llegado a tal extremo que Dios decidió abandonar a su pueblo a su propia suerte y a su propia rebelión. consecuentemente, quedó una estructura vacía totalmente carente de espiritualidad. Una linda carcasa vacía por dentro.

Cuando lo leí me hizo pensar muy seriamente en mi espiritualidad y el miedo que se convierta en un bonito edificio religioso carente de contenido, de relevancia y la auténtica presencia del Señor en mi vida personal. Mi miedo es que quede la forma ¡Cómo no iba a quedar después de tantos años! pero pierda todo el fondo.

En fin, una religiosidad sin espiritualidad.

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