EL OCASO DEL LÍDER

 


Se reanudó la guerra entre los filisteos e Israel y David bajó con sus seguidores a combatir contra los filisteos. David se sentí cansado. (2 Samuel 21:15)

David era mayor para liderar al pueblo en la batalla y estuvo a punto de morir. Si seguimos leyendo el texto veremos que sus oficiales, con mucha sabiduría y supongo que tacto, le indicaron que era tiempo de tomar un rol diferente. David lo hizo.

¿Por qué es tan difícil dar un paso al costado y dejar que otros ocupen un lugar central? Desde la perspectiva que me dan los años he visto que muchos líderes confunden su identidad con su rol. Se definen por este. Su sentido de dignidad y valor le viene conferido por el rol. Consecuentemente, si lo pierden, pierden la identidad, no saben cómo definirse. No han construido de forma adecuada su identidad sobre Dios y sobre la misión. No seré yo quien cuestione a los líderes que observo y me da la sensación de que están construyendo equivocadamente su identidad, pero sí sobre aquellos que nunca ha identificado su misión de vida. 

Tu misión es tu contribución única al Reino de Dios. Esta es perenne, es la razón de ser de nuestra existencia. Esta misión se puede expresar a lo largo de nuestra vida, y dado el carácter dinámico de la misma, por medio de diferentes roles. La misión no cambia; el rol sí. Hemos de saber identificar que rol corresponde a cada fase vital. Hay un tiempo para estar al frente y otro para estar al lado e incluso para estar detrás. David tuvo que aprenderlo. Nosotros tendremos que aprenderlo. O no. 

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