SER DISCÍPULOS EN EL SIGLO XXI: TODAVÍA NO



Ahora, queridos, somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que el día en que se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. (1 Juan 3:2)

Somos una obra incompleta. Desde el momento en que tuvimos ese encuentro -conscientes en el día y hora, o no- con Jesús, Él está llevando a cabo ese trabajo de hacernos semejantes a Él, desarrollando en nosotros su carácter, su forma de pensar y vivir. Me gusta el énfasis que hace el apóstol Juan, quien tuvo el privilegio de ser llamado el discípulo amado y quien vivió con el Maestro increíbles experiencias. Juan es consciente de ser, valga la redundancia en el uso de la palabra, un ser que se va construyendo, que se está realizando, que está en crecimiento constante; eso sí, no sin altos y bajos.

Pero el escritor de la epístola también nos da una gran esperanza, la que algún día seremos como Jesús es. Que ese trabajo se completará, que llegaremos a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos, aquella que el Padre tenía en mente cuando decidió crear la humanidad. Y que nuestra mejor versión es aquella que refleja el carácter de Jesús por medio y a través de nuestra singularidad única como seres humanos.

¿Cuán visible es Jesús en tu manera de vivir y pensar, en tus actitudes, motivaciones, prioridades, valores?

 

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