SER DISCÍPULO EN EL SIGLO XXI: PROCLAMACIÓN
A partir de aquel momento, Jesús comenzó a predicar diciendo: — Convertíos, porque ya está cerca el reino de los cielos. (Mateo 4:17)
Jesús proclamó el evangelio del Reino. Por medio de su predicación hizo al Padre cercano y relevante para su gente y, por extensión, para todos nosotros. Parábolas como la hijo pródigo nos muestran una imagen del Señor totalmente desconocida hasta entonces; un Dios lleno de gracia, amor incondicional y compasión hacia un mundo roto y necesitado. La proclamación cierra el ciclo de la encarnación. Es la consecuencia directa de la presencia, la proximidad y la pasión. Estas tres, en una sociedad relativista y plural como la nuestra, nos conceden el derecho a compartir las buenas noticias.
En el tipo de sociedad en la que nos ha tocado vivir todo el mundo ha de ganarse el derecho a que sus propuestas sean escuchadas. Ya pasaron los días en que el cristianismo era el centro de la cultura y, consecuentemente, se hacía oír y las personas escuchaban. Dios se ganó el derecho a ser escuchado por medio de la encarnación. Somos ilusos si pensamos que nosotros tenemos ese derecho garantizado y no hemos de ganarlo. Tan solo nuestro servicio a un mundo roto -en imitación de Jesús- nos concederá la oportunidad a ser escuchados.
¿Tiene tu vida ese derecho ganado? ¿Están la presencia, la proximidad y la pasión en tu vida de modo que puedas proclamar?
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