EL NUEVO ADÁN
En resumen, si el delito de uno acarreo a todos la condena, así también la fidelidad de uno es para todos fuente de salvación y de vida. (Romanos 5:18)
En la segunda parte del capítulo 5 de su carta a los romanos Pablo compara a Jesús y Adán. Adán no estuvo a la altura de las expectativas. Escogió desobedecer a Dios, rebelarse contra Él y su autoridad (pecado) y, consecuentemente, como bien sabemos, el pecado entró en el mundo y con él la muerte. Tú y yo no somos el tipo de ser humano que el Señor tenía en mente cuando nos creó, somos el producto del pecado, de nuestro deseo de vivir al margen de Dios.
El Señor decide volver a la casilla de salida. Se hace como uno de nosotros, vive como uno de nosotros en la persona de Jesús. Este se convierte en el nuevo Adán. Y justamente, donde el otro Adán falló, Jesús da la talla. Él opta por la obediencia, diciendo no al pecado y de este modo abriendo la salvación para todos nosotros. El primer Adán abrió el camino al pecado y la muerte. El segundo Adán, Jesús, abre el camino al perdón y la vida.
Por eso, cuando miramos a Jesús vemos al ser humano que hubiéramos podido ser si el pecado no nos hubiera afectado. Al mismo tiempo vemos al ser humano que estamos en proceso de ser y que, como afirma el apóstol Pablo, un día seremos totalmente con Él.
¿De qué modo en tu vida cotidiana te vas pareciendo más y más a Él?
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