PERSPECTIVA ETERNA

 



Y es que nuestro objetivo no son las cosas que ahora vemos, sino las que no vemos todavía. Esto que ahora vemos, pasa; lo que aún no se ve, permanece para siempre. (2 Corintios 4:18)

En ocasiones, es necesario parar y tomar perspectiva, una perspectiva eterna. Si vivimos con la limitada perspectiva de nuestra realidad puede ser abrumador, más de lo que somos capaces de sobrellevar. Vivimos en un mundo en el cual el dolor, el sufrimiento y la injusticia están presentes por doquier. Incluso los que vivimos en países desarrollados y democráticos vemos como las desigualdades crecen lenta pero imparablemente, cada vez más gente es expulsada hacia los márgenes de la sociedad y como los poderosos, sean personas u organizaciones, manejan las leyes, los gobiernos y las legislaturas en función de sus intereses. No es de extrañar que tantas personas caigan en la desesperación o en una huida hacia adelante tratando de ser insensibles a la realidad que les rodea.

El seguidor de Jesús tiene que mantener dos perspectivas de forma simultánea, y eso no es fácil. Por un lado, la temporal, la limitada, el mundo en el que nos ha tocado vivir. Esta no la podemos perder porque estamos llamados a ser agentes de restauración y reconciliación en este mundo roto. Por otro lado, la eterna, la que apunta hacia el plan del Señor de hacer nuevas todas las cosas. Mantener las dos nos permite vivir la realidad presente sin desgastarnos ni caer en la desesperación y sin huir hacia una espiritualidad etérea, alejada del mundo en el que vivimos.

Por eso, hay ocasiones en que es preciso pararse y recobrar la perspectiva eterna, la otra sabe como imponerse día a día.

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