PAUTA PARA LAS RELACIONES

 




Que cada uno de nosotros procure agradar a los demás, buscando su bien y su crecimiento en la fe. (Romanos 15:2)

El contexto de este pasaje continúa siendo la relación entre los seguidores de Jesús. Estas, seamos honestos y yendo más allá de los típicos tópicos, no son fáciles; nunca lo han sido, basta para ello leer las cartas del Nuevo Testamento en las que, prácticamente sin excepción, se tratan los retos y problemas derivados de la convivencia entre hermanos.

Pablo nos da una pauta sencilla pero tremendamente potente para que nos sirva de guía en estas relaciones: ser intencionales en agradar a los demás. Pero, para evitar el peligro de entender ese agradar como una sumisión incondicional al otro y sus caprichos o manías, lo especifica claramente. Agrado a los demás cuando de forma consciente e intencional procuro su bien y su crecimiento en la fe. Esta es la explicación, estos son los límites.

La pauta paulina antes descrita me es increíblemente útil en dos sentidos: Primero, cuando establezco una relación nueva con otro seguidor de Jesús, asegurarme que está regida por mi deseo de bendecirle y ayudarle a crecer en su fe. Segundo, es un buen criterio para evaluar las relaciones que ya tengo establecidas.

¿Podría nuestro círculo de relaciones afirmar que somos gente que les bendice y les ayuda a crecer en la fe?  El resultado de esta evaluación nos puede dar pautas para actuar.


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