BREVE CURSO DE FELICIDAD, 5
Y ha puesto eternidad en el corazón de ellos. (Eclesiastés 3:11)
Abraham Maslow, muchos años después de lanzar su primera versión de la pirámide de necesidades del ser humano, la rectificó. Algo anecdótico es la imposibilidad de encontrar imágenes en castellano de su versión más reciente, solo he podido encontrarlas en inglés.
Su primitiva versión era realmente muy egocéntrica, alcanzar todo el potencial, ser la mejor versión posible de uno mismo. Maslow se dio cuenta de que los seres humanos tenemos otra necesidad superior a la de desarrollar todo nuestro potencial, aunque muy pareja con ella, la trascendencia, el vivir para algo superior a nosotros mismos, entregarnos o hacer una contribución a realidades que nos superan. Tenemos, por decirlo de algún modo, la necesidad de dar para ser felices, porque cuando nos damos a una causa, un propósito, obtenemos sentido y significado, la mayor de las necesidades humanas según Maslow, incluso más grande que desarrollar todo nuestro potencial.
Los antiguos griegos cuando hablaban de la vida tenían dos palabras diferentes. La primera, era bios. Bios describía las funciones puramente biológicas de la vida que compartimos con otros seres vivos: nacer, crecer, desarrollarnos físicamente, reproducirnos y morir. La segunda era Zoe. Esta describía la vida trascedente, con sentido y propósito. Patrimonio del ser humano y no compartida con los animales. Para un griego clásico alguien podía estar vivo biológicamente hablando y muerto desde el punto de vista de Zoe. Algo, por otra parte, muy común en nuestros días.
No se puede ser feliz sin tener ese sentido de trascendencia que mencionaba Maslow, sin tener la Zoe de la que hablaban los griegos. No nos debería extrañar que Jesús afirmara que el había venido para darnos Zoe y Zoe en abundancia. (Juan 10:10)
¿Estás Bios o estás Zoe? ¿Qué evidencias muestran que estás viviendo para darte a algo que es superior a ti mismo?
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