PROFETAS Y REYES, DAVID, ANIMADO POR DIOS
David estaba atemorizado, porque Saúl había salido para matarlo, mientras se encontraba en Jorés, en el desierto de Zif. Jonatán, el hijo de Saúl, se puso en camino hacia Jorés para ver a David. Allí lo animó en nombre de Dios. (1 Samuel 23:15-16)
David se encuentra en una situación límite y teme por su vida. Saúl no le da tregua y lo persigue para matarlo. Es normal que el rey ungido sienta miedo, esa sensación de angustia ante la presencia de un peligro real. Añadamos a eso que tiene la responsabilidad de la vida de más de cuatrocientas personas ¡Vaya carga emocional, mental y espiritual!
En ese momento aparece su amigo Jonatán, el hijo de su perseguidor, su amigo del alma. Este corre una riesgo acercándose a David. Jonatán es consciente de la injusticia que está cometiendo su padre y va a encontrarse con David con un propósito muy claro, animado en nombre del Señor.
Para mí hay una gran enseñanza en este pasaje. Hay momentos en nuestra vida que necesitamos que el ánimo del Señor venga por medio de otra persona. Que Él ponga alguien en nuestra vida que nos provea de ese ánimo, coraje, apoyo, acompañamiento que necesitamos. Hay ocasiones en que Dios decide ministrarnos por medio de otros, aceptémoslo.
También me enseña este episodio la necesidad de estar atento a la voz del Señor para que nos pueda guiar a personas a las que podamos animar en su nombre. Que desarrollemos un corazón sensible, abierto, misericordioso, compasivo, para poder ser instrumentos, de parte del Señor para bendecir a otros.
¿Necesitas el ánimo de parte del Señor por medio de otros? o, por el contrario ¿Quién hay en tu entorno que precisa el ánimo del Señor? o ambas cosas.
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