EN TODO TIEMPO (SALMO 113)

 




¡Sea siempre bendito nuestro Dios! ¡Alabadlo a todas horas! ¡Alabadlo ahora y siempre! (Salmo 113:2-3)


Cuando pienso en la experiencia humana me siento como un producto que está dañado de fábrica y, por tanto, su funcionamiento siempre será defectuoso. Ciertamente podrá mejorar el rendimiento, de hecho, ese el trabajo de restauración que día tras día Jesús trata de hacer en mi vida (cuando le dejo), pero nunca será completo. Así son los desastrosos efectos del pecado en todas las dimensiones de nuestra humanidad. 

Me ha venido este pensamiento a la mente al considerar las palabras del salmo y la invitación a que alabemos y reconozcamos al Señor en todo tiempo, en los buenos y en los malos. Me doy cuenta que en los buenos es muy fácil convertirnos en desagradecidos, asumir que es nuestro derecho lo que vivimos y experimentamos, creer que ha sido nuestra mano la que lo ha conseguido. Fácilmente dejamos de reconocer y dar gracias a Dios por todas y cada una de las cosas que disfrutamos. Hacerlo desarrolla en nosotros la gratitud, y esta, es un elemento esencial de una vida feliz. 

En los malos tiempos, cuando estos llegan, e inevitablemente más tarde o temprano  arribarán a nuestras vidas, nos sentimos sorprendidos y nos preguntamos el porqué eso tiene que sucedernos a nosotros. No acabamos de entender que Dios haya permitido en nuestras vidas semejante situación y, consecuentemente, somos incapaces de ver lo que el Señor puede sacar para nuestro crecimiento y resiliencia en esa experiencia.

Mi mente se ha ido al libro de Job. El patriarca, cuando está en sus momentos más bajos le hace esta reflexión a su mujer: Aceptamos los bienes de Dios ¿No aceptaremos las cosas malas que la vida nos trae? El reto es bendecir y alabar al Señor en los buenos y malos tiempos.

¿Cuál es tu tiempo en estos momentos? ¿Cómo puedes aplicar la alabanza y bendición?




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