SER FIEL


Tú permanece fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de vida. (Apocalipsis 2:10)


Sabemos que Dios es fiel. Este es uno de sus atributos más celebrados en nuestras reuniones de adoración y alabanza. Nos produce confianza y seguridad saber que se mantiene consistente y coherente con la palabra dada y comprometido con sus promesas, ¡Qué bueno! ¿Pero que hay de nuestra fidelidad? ¿Le exigimos al Señor la cualidad que nosotros ni siquiera estamos dispuestos a desarrollar?

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define fiel de la siguiente manera: constante en sus afectosen el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él. La fidelidad, es decir, la cualidad del fiel, no es una cosa abstracta; se es fiel a algo o a alguien, en nuestro caso a Dios. Al leer la definición surgen de forma inmediata preguntas simples pero poderosas 

De 0 a 10, siendo 0 nada y 10 total ¿Cuán constante soy en mi afecto hacia Dios, qué evidencias hay, cómo lo demuestro? 

De 0 a 10, siendo 0 nada y 10 total ¿Cuán responsable soy en el cumplimiento de mis obligaciones hacia Dios y mi prójimo, qué evidencias hay, como lo demuestro? 

De 0 a 10, siendo 0 nada y 10 total ¿Hasta qué punto defraudo la confianza puesta por Dios en mí de que llevaré a cabo su misión y permitiré que el carácter de Jesús sea formado en mi vida?

Solo aquellos que son fieles recibirán la corona de vida. Eso dice Jesús.

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