SALMO 81/ DEJADOS A NUESTROS ANTOJOS Y DESEOS



No tengas junto a ti a un dios extraño, no rindas culto a un dios ajeno. Yo soy Dios, tu Señor, quien te sacó de la tierra de Egipto. ¡Abre tu boca y te saciaré! Pero mi pueblo no me escuchó. Israel no quiso nada conmigo. Y yo los dejé a su antojo, caminando según sus deseos. (Salmo 81:10-13)


El gran peligro que tenemos los seguidores de Jesús es caer en la idolatría. Por supuesto, no estoy hablando de una de tipo grosero en la que realmente cambiemos de religión y adoremos un dios diferente. Hablo de una más sutil en la que otras cosas -en ocasiones buenas y legítimas- van tomando el primer lugar en nuestro proyecto vital y se convierten en el centro alrededor del cual gravita el mismo; todo ello sin dejar de identificarnos como cristianos e incluso, en algunos casos, manteniendo toda la parafernalia externa. Ya Martín Lutero, el reformador alemán del siglo XVI afirmo que: "dios es cualquier cosa que ocupa el primer lugar en nuestros corazones".

Este pasaje de Asaf tiene un tono de advertencia. Dios, si decidimos dejarlo de lado, nos abandonará (respetando nuestra libertad) a nuestros propios antojos y deseos. Tomamos la decisión vivir al margen del Él, es nuestro derecho, es nuestra libertad. Pero también será nuestra responsabilidad el tener que vivir con las consecuencias e implicaciones de nuestras decisiones, de vivir según nos place y antoja. A mí, personalmente, me da miedo el simple hecho de pensar el vivir según lo que el cuerpo, el pecado, la vieja naturaleza me pide. No quiero ni imaginar el tipo de ser humano en que me convertiría sin no tuviera esa contención positiva que el Señor aporta a mi vida. Pero el peligro es real, está ahí y siempre nos acompañará.


Al mirar tu propia vida desde la óptica de este pasaje ¿Qué ves?

Comentarios

  1. Es verdad, si no soy proactivo en tener contención positiva con la ayuda del Señor, el descenso hacia la oscuridad más severa es inevitable. El peligro es real, escampo minado de trampas siempre esta junto a mi. "Clamaste a mí cuando estabas en apuros, y yo te salvé; respondí desde el nubarrón y puse a prueba tu fe cuando no había agua en Meriba" Sal.81:7(NTV)

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