SALMO 71/VEJEZ 2
Dios mío, aunque estoy lleno de canas, no me abandones; todavía quiero decirles a los que aún no han nacido que Tú eres un Dios poderoso. Eres incomparable, pues has hecho grandes cosas; tu justicia llega hasta el cielo. (Salmo 71:18-19)
El devocional de hoy es una continuación del salmo 71, la oración de un anciano. El poema, como es natural, está lleno de contenido pero sólo es posible resaltar unas pocas frases. Las de hoy me han hecho pensar en la contribución permanente que todo seguidor de Jesús puede y debe hacer al Reino de Dios. Es bien cierto que con la edad las circunstancias cambian, y con éstas, la manera en que contribuimos a la construcción del Reino puede ser muy diferente de cuando estábamos en plenitud de fuerzas, tiempo, recursos y capacidades. El salmista pide la fuerza y la capacidad del Señor para continuar anunciando la realidad, presencia y fidelidad de Dios a la nueva generación. A mí, personalmente, me ha hecho pensar en el papel clave que tienen los abuelos en ser testigos de la fidelidad del Señor hacia su familia. Transmitir a la nueva generación que sería imposible comprender quiénes son como linaje sin referencia al Dios que ha estado presente en la familia, en muchas ocasiones, por generaciones. En una sociedad donde los padres han abandonado el seguimiento de Jesús o no lo tienen como prioritario, los abuelos juegan un papel clave y estratégico, el Señor les ha dado un lugar de influencia para hacer realidad la oración del salmista, darlo a conocer a la nueva generación. No hacerlo sería negarles una parte fundamental de su identidad.
Vale la pena elevar una oración por los abuelos y su influencia espiritual sobre sus nietos.
Si que gran privilegio ser abuelo, compartir la vida con la siguiente generación y ver cómo van adquiriendo los valores que trasmitimos, una gran responsabilidad por nuestra parte reflejar que somos verdaderamente los hijos de Dios que decimos ser.
ResponderEliminarAunque mis abuelos no fueron seguidores de Jesús como nosotros entendemos, también fue un privilegio conocer a mis cuatro abuelos, y a su manera me dejaron la herencia de unos valores del Reino de Dios. Honradez, fidelidad, generosidad, constancia, cuidados a la familia, sonrisa y alegría a pesar de las circunstancias y carácter. Todo suma y agradezco a Dios la familia donde me puso.
No he tenido el gusto de conocer a mis abuelos y quizá me ha faltado esta parte pero no soy conciente de ello. Ahora que soy abuela es verdad que muchas veces me he preguntado el rôle que debía asumir ante ellos. Es con mucha alegria que comparto con ellos varias áreas que espero puedan recordar cuando yo no esté ya aquí.
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