EL SERMON DEL MONTE 3/ FELICES LOS POBRES DE ESPÍRITU/ MATEO 5
Felices los de espíritu sencillo, porque suyo es el reino de los cielos (Mateo 5:3)
El original griego usa la palabra pobre, que es la traducción de arameo pobre. La versión "La Palabra", la que yo uso, lo ha traducido con el término "sencillo" y, verdaderamente, pierde la fuerza de la palabra pobre.
Barclay en su comentario a las bienaventuranzas hace una interpretación contemporánea del significado y lo desarrolla del siguiente modo:
¡Que feliz es el hombre que se ha dado cuenta de su total destitución y ha puesto y ha puesto toda su confianza en Dios, porque solamente de este modo puede ofrecer a Dios esa obediencia perfecta que lo convertirá en ciudadano del Reino de los cielos!
Tiene todo el sentido la paráfrasis de la bienaventuranza, porque el término pobre no tiene nada que ver con la pobreza material. No hay nada en las Escrituras que nos indique que este tipo de pobreza es en sí misma deseable o virtuosa; especialmente si la misma es la consecuencia de estructuras políticas, sociales y económicas injustas. Los profetas, con mucha frecuencia, clamaron de parte del Señor contra este tipo de pobreza. De la que aquí se habla tiene que ver con la total conciencia de la incapacidad personal, de la total falta de poder o influencia para producir un impacto en las cosas o en las personas y, consecuentemente, la total y absoluta dependencia del Señor, su poder y su capacidad. Quien llega este punto relativiza todo lo relacionado con este mundo y esta sociedad y da más importancia a Dios y su Reino, al cumplimiento de su voluntad.
Son personas que viven enfocadas en el Reino, en hacer la voluntad de Dios en esta tierra, en procurarla para que se refleje aquí del mismo modo que se lleva a cabo en los cielos; porque esto es algo que caracteriza a los verdaderos ciudadanos del Reino, no la asistencia a las reuniones cristianas, sino la búsqueda pro activa e intencional de la voluntad del Padre para sus vidas y para este mundo roto y destrozado como consecuencia del pecado.
¿Qué evidencia en tu vida que eres un ciudadano del Reino de los cielos?
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