MOISÉS/ OBJECIONES 3: NO ESTOY CAPACITADO/ ÉXODO 4




Moisés insistió: Señor, yo no tengo facilidad de palabra, y esto no me ocurre solo ahora que estás hablando con tu siervo, sino que me viene de atrás; soy poco elocuente y se me traba la lengua. (Éxodo 4:10)

En su primera objeción Moisés apeló a su indignidad; en esta lo hace a su incapacidad, su falta de los dones o talentos necesarios para la tarea. Lo primero tiene que ver con el carácter, lo segundo con la competencia. Moisés no se considera preparado y capacitado para llevar a cabo semejante tarea. Él mismo reconoce sus dificultades de comunicación y habla ¿Cómo puede ser un interlocutor una persona con problemas para hacerse entender? De nuevo a Moisés no le falta razón y, sin embargo, Dios, quien le llama es plenamente consciente de ello; ya lo sabe cuando lo llama.

¡Cuántos seguidores de Jesús podemos vernos reflejados en la objeción de Moisés! Tenemos un buen conocimiento de nosotros mismos y de nuestras capacidades y talentos; sabemos lo que podemos y lo que no podemos hacer y, con demasiada frecuencia, consideramos ser incapaces de llevar a cabo aquello que el Señor nos pide. Nos cuesta entender que el llamado a ser agentes de restauración y reconciliación está al alcance de cualquier seguidor de Jesús, que la práctica del bien a aquellos que lo necesitan no precisa de ninguna capacitación especial ni preparación teológica extraordinaria. La historia nos enseña que Dios no llama a los capacitados, antes bien capacita a aquellos que llama a su servicio. En los evangelios vemos que, hasta donde sabemos, ninguno de los apóstoles tenían las competencias que el ministerio les iba a exigir. Su trasfondo profesional como pescadores, recaudadores de impuestos o activistas políticos no los preparó para los retos que el Señor les encomendó.

El espejo de Moisés me lleva a pensar que Dios siempre acompaña su llamado de la capacitación y los recursos necesarios. Si llama capacita. Si no tengo las competencias necesarias eso me lleva a la dependencia del Señor y a buscar en Él los recursos precisos y necesarios. La falta de preparación para la tarea puede ser una realidad que nos lleve a formarnos y depender del Dios que llama o, por el contrario, una excusa poco creativa para eludir el compromiso del llamado.


¿Cuál es tu actitud cuando te sientes poco preparado para el llamado del Señor?

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