2 CORINTIOS/ CONSOLAR / 2 CORINTIOS 1:1-7
3 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre consuela. 4 Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos de manera que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, gracias al consuelo que hemos recibido de Dios. 5 Porque, si bien es cierto que como cristianos no nos faltan sufrimientos, no lo es menos que Cristo nos colma de consuelo (2 Corintios 1:3-5)
Hoy comienza un nuevo año. Es habitual que las personas se deseen entre ellas felicidad, prosperidad y bendiciones para el nuevo periodo que comienza. Sin embargo, muchos ya empiezan con la realidad del sufrimiento presente en sus vidas, es una carga que ya arrastran del pasado año. Otros seremos alcanzados por el sufrimiento, nos guste o no, lo queramos o no.
Porque en este sencillo pasaje el apóstol nos enseña verdades que son básicas en la vida cristiana. La primera, el sufrimiento es algo que forma parte de la realidad de la vida y, por tanto, los cristianos no estamos exentos del mismo y debemos -si que eso es posible- estar preparados para recibirlo y no verlo ni como castigo de Dios ni abandono por su parte. Él nunca ha prometido que nuestra realidad como seres humanos estaría a salvo del dolor y el sufrimiento, y la propia experiencia humana de Jesús -el Dios hecho ser humano- así lo demuestra.
Segunda, Dios no nos quitará el sufrimiento, tampoco hay ninguna promesa respecto a eso, sin embargo, si nos dará consuelo en medio del mismo. La palabra que nuestras Biblias usan para consuelo en el original significa mucho más que la mera o simple resignación ante realidades frente a las que nada podemos hacer. El consuelo que el Señor promete es el coraje para afrontar todas aquellas situaciones que la vida nos eche encima. Es la capacidad para afrontarlo y producir en nosotros resiliencia, es decir, no solamente no ser vencidos por la dificultad sino salir reforzados de la misma.
Tercera, Dios nos consuela para que nosotros, a nuestra vez, podamos ser de consolación para otros. El Señor nunca pretende que nosotros seamos los destinatarios finales de sus bendiciones, sino únicamente distribuidores autorizados y oficiales de las mismas. La consolación que hemos recibido del Señor y la resiliencia que ha generado en nosotros se convierte en fuente de bendición para otros y el medios que Dios usa para bendecir a otros.
Es posible que estés comenzando el año con sufrimiento, que lo estés arrastrando como una carga desde el año que justo terminó. Es mi oración que la consolación del Señor te alcance plenamente, te haga resiliente y te permita ser fuente de consolación para otros.
Comentarios
Publicar un comentario