ROMANOS/ GUÍA PRÁCTICA PARA LA VIDA COTIDIANA 7: TRES ACTITUDES FRENTE A LA VIDA/ ROMANOS 12:12



Vivid gozosos por la esperanza, animosos en la tribulación y constantes en la oración. (Romanos 12:2)


El apóstol nos invita a desarrollar tres actitudes delante de la vida y sus realidades. La primera, es el gozo que procede de la esperanza. La esperanza del seguidor de Jesús no es un deseo de que las cosas sean diferentes, no es un brindis al sol ni un cálculo de posibilidades derrotado que se aferra a que algo pueda suceder. Se trata de una certeza que poseemos pero que todavía no estamos experimentando en su total y absoluta plenitud. Se trata de realidades que en estos momentos no están a nuestro alcance pero que nos pertenecen y que en su momento el Señor nos permitirá vivir. El seguidor de Jesús es consciente de que Él está en el control de todos y cada uno de los detalles de su vida, de que cumplirá su propósito en nosotros, de que todas y cada una de sus promesas son reales y auténticas y las podremos experimentar. La esperanza provee un ancla para nuestra alma en medio de las tormentas y vaivenes de la vida cotidiana. Esta seguridad que genera la esperanza es la que nos permite vivir con gozo en medio de todas esas situaciones, entendiendo el gozo como la capacidad de disfrutar de la vida y encontrarla satisfactoria y plena no debido a, sino a pesar de.

La segunda, es una actitud de soportar la tribulación, los problemas, los conflictos, los embates y las situaciones difíciles de la vida. Soy de la opinión de que el Señor no ahorra a sus hijos ninguno de los problemas que experimenta cualquier ser humano, el dolor -la dimensión física-, el sufrimiento -la dimensión emocional-, la pérdida, la enfermedad, las rupturas en las relaciones y un etcétera tan largo como un quiera desarrollarlo. Quien piense que la relación con el Señor es una protección contra todas esas realidades se equivoca de lleno y está apostando por fuertes y serias decepciones en su vida. Ahora bien, lo que si ha prometido Jesús es acompañarnos y darnos su presencia, apoyo, consuelo y paz en medio de todo ello.

La tercera y última. Una constancia en la oración. Creo y es la experiencia de mi vida que las dos primeras van íntimamente ligadas con esta última. Afirmo que cuando oramos y presentamos de forma intencional y continuada al Señor todo aquello que vivimos y experimentamos que nos resulta duro, difícil y desafiante, Él genera en nosotros esperanza y resistencia.


¿En qué grado están presentes estas tres actitudes en tu experiencia personal?

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