ROMANOS/ JESÚS ES EL SEÑOR/ ROMANOS 1:1-5
Me refiero a Jesucristo, Señor nuestro (Romanos 1:4)
El prólogo de la epístola de Pablo a los seguidores de Jesús que se reunían en Roma gira alrededor de dos grandes temas, su llamado al apostolado y quién le llamó al mismo. En este contexto hace esta simple y gran afirmación: Jesús es el Señor.
Así era conocido y así era referido el Maestro de Galilea entre las primeras comunidades de seguidores suyos esparcidos por toda la cuenca del Mediterráneo. Reconocer a Jesús como Señor implicaba una afirmación de su soberanía sobre todas y cada una de las áreas de la vida, sus trabajos, sus relaciones familiares, sociales, su economía, su tiempo, sus valores, sus prioridades, su vida mental, emocional, y espiritual, todo absolutamente todo cambiaba.
Reconocer a Jesús como Señor implicaba ordenar y modelar el proyecto personal de vida según las indicaciones del Maestro y eso, necesariamente, pasaba por ajustes vitales, había cosas que dejar y había cosas que incorporar, nada podía ser igual, era otra manera de vivir y afrontar el día a día.
Creo que nuestro cristianismo contemporáneo ha perdido de vista quién es Jesús, nos hemos desenfocado de su señorío. Se ha convertido en una ventaja, alguien que está a favor nuestro, presto a bendecirnos, protegernos, darnos sentido en la vida, alguien que nos ofrece una experiencia de espiritualidad que calienta nuestro corazón. Sin embargo, no hay la exigencia a obedecerle, a transformar nuestra vida, a ser cada día más y más como Él, a convertirnos en agentes de restauración.
Si Jesús es el Señor ¿Qué implicaciones ha de tener para tu vida, qué has de hacer o dejar de hacer, incorporar o desechar en la misma?
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