JESÚS/ LECCIONES SOBRE LA ORACIÓN/ MATEO 26:36-46



Padre mio, si no es posible que esta copa de amargura pase sin que yo la beba, hágase lo que Tu quieres. (Mateo 26:42)


Este pasaje, tan lleno de contenido, nos enseña una lección muy importante con respecto a la oración y la misma la vemos ilustrada en la actitud de Jesús. El Maestro tiene la posibilidad, la libertad y, si se me permite, el derecho de expresar sus expectativas con respecto a Dios por medio de la oración, si es posible, afirma, que no tenga que afrontar esta prueba. Al mismo tiempo, simultáneamente, somete estas legítimas expectativas al cumplimiento de la voluntad del Padre.

Veo que hay una lección para nosotros acerca de cómo debemos orar, cuál es el procedimiento y cuáles deberían ser las expectativas correctas al respecto. Nosotros, al igual que Jesús, tenemos el privilegio y el derecho de verbalizarle al Padre todas nuestras peticiones, sean de la índole que sean. Es algo que el Padre nos permite hacer y que es legítimo por nuestra parte, sin embargo, nuestras peticiones y expectativas quedan supeditadas a la aceptación de la voluntad del Señor sobre nuestras vidas o sobre las vidas de aquellos por los cuales intercedemos y oramos.

Tengo, por tanto, el derecho a orar por sanidad, por trabajo, por prosperidad, por la solución de un problema determinado, por, en definitiva, cualquier cosa, eso si, sabiendo que en imitación de Jesús y de la lección que nos enseñó, nuestra oración siempre queda supeditada a la voluntad del Padre.


¿De qué modo puede cambiar tu actitud hacia la oración la comprensión de este principio?

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