SEGUNDA CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE CORINTO/ RENOVACIÓN/ 4:16-18
Por eso no nos desanimamos. Pues aunque por fuera nos vamos deteriorando, por dentro nos renovamos día a día. (2 Corintios 4:16)
Es una realidad que desde el mismo día que nacemos ya tenemos fecha de caducidad como cualquiera de los productos que podemos adquirir en el mercado. Es cierto que vivir es morir y aunque la percepción de que la vida se acaba va variando con la edad y las circunstancias incluso aquel que está en su mayor vigor y plenitud física va deteriorándose día a día.
Sin embargo, el proceso de que el hombre nuevo se vaya formando en nosotros es totalmente inverso, vamos, o deberíamos ir, cada día a más y más. Deberíamos estar en un proceso de renovación constante y continuado, cierto que cada uno a su ritmo y a su paso, pero todos de forma constante, de forma continuada.
Ahora bien, del mismo modo que un cuidado correcto del cuerpo puede aminorar -que no detener- ese proceso de deterioro, también es cierto que un buen cuidado espiritual puede fortalecer, mantener y acelerar nuestro proceso de formación del hombre nuevo en nosotros.
Pero, seamos sinceros, ambos procesos, el de aminorar el deterioro físico y fomentar el desarrollo del hombre nuevo, son total y absolutamente intencionales por nuestra parte. Dicho de otro modo, el resultado final depende, si no totalmente, en muy buena parte de ti, de tu trabajo y tu constancia.
Hay hábitos de salud física de todos conocidos. También hay hábitos de salud y fortaleza espiritual de todos conocidos que no practicados. Que tu vida sea una ruina espiritual -y conozco multitud de ellas- depende de ti, única y exclusivamente.
Comentarios
Publicar un comentario