PRIMERA CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE CORINTO/ DINERO YMINISTERIO/ 9:1-18




Bien saben ustedes que los ministros del culto viven de ese ministerio y que los que sirven al altar participan de las ofrendas que se hacen en él. De forma semejante, el Señor dispuso que quienes anuncian el mensaje evangélico vivan de esa tarea. Pero yo, ni he hecho uso de ninguno de esos derechos ni les escribo estas líneas para que me sean reconocidos. Prefiero morir antes que nadie me arrebate este motivo de orgullo. (1 CORINTIOS 9:13-15 BLPH)

Cuando escribía esta entrada no sabía muy bien cómo titularla. Quería usar la expresión  dedicado al ministerio a tiempo completo pero eso choca frontalmente con mi concepción del ministerio, pues creo que todos estamos en el ministerio a tiempo completo, unos sirviendo en el ámbito secular, el mundo de los negocios, la cultura, el deporte, la ciencia, etc., y otros, como es mi caso, en el ámbito del servicio a los santos, es decir, lo que habitualmente conocemos como pastores, ministros, siervos, etc. Que los que sirven en el ámbito secular no se sientan como ministros no significa que no lo sean, simplemente muestra nuestro fracaso es dignificar su misión y llamamiento.

Pero hay otros, como los levitas en el Antiguo Testamento, que estamos sirviendo o en una esfera diferente, que no mejor o más digna, la iglesia. De ellos dice el apóstol que merecen ser mantenidos económicamente precisamente por aquellos que son recipientes de su trabajo, su ministerio, sus bendiciones. Seamos realistas, siempre hay alguien que debe pagar. Si tú estás recibiendo bendiciones espirituales de alguien y no estás bendiciendo con tus recursos materiales es porque alguien lo está haciendo.

Ahora bien, el apóstol también habla del derecho de aquel que vive del evangelio a no ser mantenido por los que reciben sus bendiciones. Puede ser que no deseen hacerlo por razones estratégicas a fin de que no se piense que hay motivaciones incorrectas y otro sinfín de razones. Pablo así lo hizo en ocasiones, como por ejemplo los corintios, y no lo hizo en otras ocasiones, como por ejemplo con los Filipenses. En cualquier caso era su decisión personal y no la imposición de aquellos a quien servía.


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