PRIMERA CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE CORINTO/ JESÚS DA LA PAUTA/ 11:1-16
Seguid mi ejemplo como yo sigo el de Cristo. (1 Corintios 11:1)
Este pasaje habla acerca del uso del velo por parte de la mujer en las reuniones comunitarias de los seguidores de Jesús. El asunto en sí no sería de mayor trascendencia si no fuera debido al hecho que detrás de ello hay toda una actitud hacia el papel de la mujer en la iglesia que todavía divide a los cristianos a lo largo y ancho de este mundo.
Cuando hay, al menos aparentes, contradicciones entre Pablo y el resto de la enseñanza bíblica, siempre tenemos que referirnos a Jesús como el árbitro que dirime y nos ayuda a solucionar esas aparentes contradicciones pues, no olvidemos, por algo Jesús es, según creemos sus seguidores, el Dios hecho ser humano.
El tema sería pues cómo Jesús trató a la mujer y que principios podemos derivar de ello. Me sorprende que, a diferencia de otros maestros judíos, Jesús aceptara mujeres entre sus discípulos y las hiciera partícipes de los misterios del Reino. La primera persona a la que le declara abiertamente ser el Mesías es una mujer y encima samaritana. Del mismo modo el primer testigo de la resurrección es una mujer y esta, María Magdalena, es enviada como testigo -a pesar de que Jesús es total y absolutamente consciente de que su testimonio no tenía valor en la cultura judía- a aquellos que habrían de ser testigos de su resurrección.
Finalmente, Jesús vino para crear una nueva humanidad en la que las diferencias entre judíos y gentiles, ricos y pobres, esclavos y libres, hombres y mujeres y cualquier otra diferencia quedaban difuminadas al ser todos uno en Cristo.
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