CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE ROMA/ RUPTURA INTERNA/ ROMANOS 7:14-25
A Dios se lo agradeceré por medio de Jesucristo, Señor nuestro. Así que, concluyendo, por una parte mi razón me inclina a servir a Dios; por otra, mis desordenados apetitos me tienen esclavizado a la ley del pecado. (Romanos 7:25)
Cuando el ser humano decidió declararse independiente con respecto a Dios y su autoridad soberana se produjeron en él cuatro grandes rupturas. Se rompió la relación con el Señor. Se rompió la relación con otros seres humanos. Se rompió la relación con la creación de Dios y, finalmente, se rompió el ser humano internamente.
Pablo describe en los versículos finales del capítulo 7 uno de los efectos más importantes de esa ruptura importante, lo que podríamos denominar una especie de esquizofrenia espiritual que se manifiesta por un lado en nuestra capacidad de identificar e incluso anhelar el bien, y por otro, nuestra incapacidad para seguirlo.
Precisamente invitamos a Jesús a que sea el Señor a fin de que restaure en nosotros esas cuatro grandes rupturas provocadas por el pecado, incluida la interna aquí mencionada. Un proceso que dura toda una vida y como resultado del cual cada vez la brecha entre nuestros deseos y nuestras acciones se va acortando y ya no solamente deseamos servir y agradar al Señor sino que lo podemos llevar a cabo.
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