LEVÍTICO PARTE I/ LA REGULACIÓN DE LOS SACRIFICIOS/ CAPÍTULO 3



El animal no deberá tener defecto alguno.

La idea es que a Dios le ofrecemos lo mejor que tenemos. Ya el profeta Malaquías en el capítulo 1 daba voz a la queja del Señor porque las ofrendas que se le traían eran simplemente los animales sobrantes, los enfermos, los débiles, los defectuosos. 

Esto me lleva a pensar en la calidad de aquello que le damos a Dios, la calidad de nuestro tiempo y de nuestro servicio. Muchos de nosotros simplemente consumimos y no le ofrecemos nada a nuestro Dios. Tenemos agendas llenas o simplemente estamos ocupados y centrados en nuestra propia y no nos queda tiempo para el Reino de Dios y actuar como agentes de restauración en un mundo roto.

Otros, por el contrario, si que ofrecemos algo al Señor, sin embargo, nuestro servicio no tiene la calidad que espera y merece nuestro Dios. Hacemos las cosas, si, pero de cualquier manera, con desidia, con quejas y sin ningún gozo. Lo hacemos porque no tenemos más remedio que hacerlo pero nuestro servicio está desprovisto del mimo, el cariño, la devoción, no le hemos puesto el corazón. Tenemos la forma pero falta el fondo y, aunque no nos demos cuenta, eso invalida total y absolutamente lo que hacemos. Como los sacrificios del Antiguo Testamento, es algo que el Señor rechaza.

¿Hay servicio en tu vida? ¿Qué calidad tiene?

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