SALMO 95. QUÉ HACER CUANDO SE ESCUCHA LA VOZ DE DIOS
¡Oh si escuchaseis hoy su voz!
No endurezcáis vuestro corazón
Este salmo da un dramático giro en su composición. Comienza invitándonos a la adoración y a la alabanza a nuestro Dios y nos da dos buenas razones para ello: La primera, es que es Señor de toda la creación, de todo lo existente. La segunda, es más personal, debemos hacerlo porque Él es nuestro Dios.
Como decía, a continuación, se da un giro a la composición y aparece una clara admonición. Se nos indica de la necesidad de no endurecer nuestro corazón si oímos la voz del Señor. Pone, como ejemplo, el caso del pueblo de Israel que fueron rebeldes e ignoraron de forma continuada la voz del Señor. Naturalmente, sufrieron las consecuencias porque no entraron en el reposo del Señor, es decir en la tierra prometida.
La enseñanza del salmo para mi vida es clara, se trata de pararme, prestar atención, escuchar la voz de Dios y decidir qué voy a hacer al respecto, la escucharé y atenderé a sus demandas o, por el contrario, endureceré mi corazón ignorándola, acallándola y pasando olímpicamente de lo que me está diciendo. Puedo endurecer mi corazón, forma parte de mi libertad, pero no puedo obviar las consecuencias de hacerlo.
El salmo, por tanto, es una invitación a todo creyente a responder pronta y obedientemente a la voz de su Dios evitando un peligroso endurecimiento del corazón.
Un principio
Oír al voz de Dios y no endurecer nuestro corazón.
Una oración
La extensión del evangelio en Guatemala.
Señor, que los sucesos (más o menos importantes) que me rodean, no me distraigan de oir tu voz. Que seas siempre tu primero en mi vida y así pueda apercibir rápida tu voz para cumplir lo que tu esperes de mi. Somos tan débiles que a veces ponemos (o pongo) la atención en pequeñas cosas que pueden distraerme un corto tiempo de oir tu voz. Perdona, y no me dejes, insísteme. Quiero hacer tu voluntad. Mi corazón es tuyo, que no tenga límites.
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