SALMO 19. COMO DIOS HABLA

¿Quién se da cuenta de sus propios errores?
Purifícame de culpas ocultas.

En este salmo David nos explica las dos grandes maneras en que Dios nos habla que, si bien no son las únicas, si son aquellas que todos podemos experimentar en todo tiempo.

Los primeros versículos del poema de David nos explican cómo toda la creación, el cielo y el firmamento declaran la gloria de Dios y, consecuentemente, nos hablan de su poder, su gloria, su grandeza, su infinitud. La contemplación de todo lo llevado a cabo por el Señor debería movernos a una humilde respuesta de adoración aunque no siempre sea así.

El resto del salmo nos habla de la Palabra de Dios y de los innumerables beneficios que trae a la vida de aquellos que la conocen, la meditan y, por supuesto, la aplican en su propia experiencia vital. El Señor nos habla por medio de ella, no sólo dándonos a conocer su voluntad, sino también equipándonos para la vida cotidiana.

Ambas cosas son verdad y las he experimentado en mi vida. Ahora bien, lo que llamó mi atención en este salmo fueron las palabras escritas al principio. A pesar de que el Señor nos habla por medio de su Palabra no siempre soy consciente de mis propios errores y pecados. Puedo permitirlos en mi vida sin, ni siquiera, tener conciencia de ello y la invitación del salmista, en línea con otras similares que ya he visto, es pedirle a Dios que me examine y me muestre aquellos errores de los que ni tan sólo tengo conciencia o conocimiento.

Un principio

No tener conciencia de pecado no significa no tenerlo. Hemos de presentarnos ante el Señor y buscar su examen.

Comentarios

  1. El Señor sabe todo de nosotros; ya desde cuando nos formábamos como un bordado en las entrañas de nuestra madre.
    Te son conocidos todos mis pasos, en ningun lugar podria esconderme de ti.
    Que el Señor examine nuestro corazón y nos de a conocer sus fallos para poder andar correctamente en sus caminos.

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