LA CALIDAD DEL SERVICIO

El capítulo 2 de Malaquías habla acerca de las ofrendas que se ofrecían a Dios. El Señor se queja, a través del profeta, de la mala calidad de las mismas. Sin embargo, creo que este pasaje puede enmarcarse en el contexto más amplio -que siempre denuncian los profetas- del culto nominal, que mantiene las formas y, sin embargo, ha perdido el espíritu. Al pensar en ello vienen dos ideas a mi mente:
La primera, tiene que ver con mi nueva comprensión de qué es la espiritualidad y su proyección en la vida cotidiana y, por tanto, la búsqueda de la excelencia en todo aquello que hago. Si mi vida es mi ofrenda, entonces, todo lo que hago debe rezumar excelencia porque todo tiene el potencial para convertirse en una ofrenda. Siento que disto mucho de haber alcanzado ese nivel.
La segunda, tienen que ver con mi propensión a proyectar hacia el mundo evangélico mi creciente tensión y frustración hacia el culto nominal y formal alejado de lo que debería ser. Creo que no es justo que permita estos sentimientos. Se trata de algo que debo trabajar con Dios para impedir que esta actitud se vaya arraigando en mi vida.
La primera, tiene que ver con mi nueva comprensión de qué es la espiritualidad y su proyección en la vida cotidiana y, por tanto, la búsqueda de la excelencia en todo aquello que hago. Si mi vida es mi ofrenda, entonces, todo lo que hago debe rezumar excelencia porque todo tiene el potencial para convertirse en una ofrenda. Siento que disto mucho de haber alcanzado ese nivel.
La segunda, tienen que ver con mi propensión a proyectar hacia el mundo evangélico mi creciente tensión y frustración hacia el culto nominal y formal alejado de lo que debería ser. Creo que no es justo que permita estos sentimientos. Se trata de algo que debo trabajar con Dios para impedir que esta actitud se vaya arraigando en mi vida.
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