EL FINAL DEL LIBRO DE NEHEMÍAS

Escribo camino de Costa Rica, sobre el océano Atlántico. Hoy en mi tiempo de lectura y meditación de la Biblia he llegado al final de libro de Nehemías. El texto indica que por razones de su cargo tuvo que volver a corte real donde pasó un tiempo antes de regresar y tomar de nuevo sus funciones como gobernador de Jerusalén. Sin embargo, lo que se encontró no fue muy motivador. El templo había sido profanado cediendo espacio a personas ajenas a la función sacerdotal o levítica. Los matrimonios con personas ajenas al pueblo de Israel volvían a ser el pan cotidiano. Los diezmos para proveer el mantenimiento del culto del santuario habían dejado de llegar y, consecuentemente, los levitas, al no recibir su sostenimiento habían dejado de cuidarse del culto y vuelto a sus residencias habituales fuera de Jerusalén. Finalmente, el día de reposo no era respetado y se compraba y vendía libremente.

No sé cuánto tiempo pasó fuera del país Nehemías, pero todo parece indicar que marchar él y entrar en decadencia todas sus reformas políticas y religiosas fue uno. Cuando regreso se encontró un país muy diferente del que había dejado.

La lectura de estos pasajes me ha hecho pensar en la tendencia que siempre existe de volver al caos y al desequilibrio. Nos hacemos buenos propósitos, tenemos buenas intenciones pero, parece como si de modo irremediable en el mismo momento en que obtenemos algo comenzara el proceso de decadencia o descomposición. Lo mismo he notado, pasada con las relaciones interpersonales y, naturalmente, en nuestra relación con Dios.

Por eso, tiene tanto sentido que la Palabra de Dios nos anime una y otra vez a estar alertas, a vigilar y no bajar la guardia y, a que aquel que crea estar firme y en una posición segura, mire de no caer.

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