SHALOM

 


Os dejo el shalom, mi shalom os doy. Un shalom que no es el que el mundo da. No viváis angustiados ni tengáis miedo. (Juan 14:27)

El termino shalom es difícil de traducir al idioma castellano. La expresión paz no le hace justicia. El estudioso de la Biblia Cornelius Plantinga lo explica de este modo: En la Biblia, shalom significa prosperidad, plenitud y deleite universales: un estado de bienestar en el que se satisfacen las necesidades naturales y se emplean fructíferamente los dones naturales; un estado de bienestar que inspira gozosa admiración cuando su Creador y Salvador abre puertas y acoge a las criaturas en quienes se deleita.  Shalom, en otras palabras, es como deberían ser las cosas. El shalom del Señor es precisamente lo que el pecado destruyó cuando se introdujo en la creación y la experiencia humana. 

Esto es, precisamente, lo que Jesús vino a restaurar, el shalom de Dios. Él vino para que las cosas sean como deberían ser, como Dios deseaba que fueran en el principio. El shalom que Jesús nos da no es un acto puntual, es un proceso por medio del cual va restaurando en nuestras vidas (y este proceso nunca será completo en esta orilla de la vida) la relación con Dios, con nosotros mismos, con otros y con la creación. Experimentamos su paz, su shalom, en el contexto de la vida cotidiana, es decir, en el contexto de un mundo roto, poco a poco, día a día, en medio de dolor, las pruebas y el sufrimiento.

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