CONCIENCIA CORROMPIDA

Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. (Tito 1:15)

El diccionario define corrupto o corrompido como algo dañado, perverso o torcido. Pablo indica que algunas personas tienen una conciencia que puede ser definida por esas tres características. Nos encontramos pues ante algo que no es como debiera ser, que no funciona como debiera hacerlo, que no está cumpliendo la función que debería cumplir. Este tipo de conciencia está tan dañado que en vez de emitir juicios que ayuden a la persona a distinguir entre el bien y el mal, lo correcto y lo correcto, los emite de forma equivocada sancionando como bueno lo malo y viceversa. Ya en el Antiguo Testamento, Dios por medio del profeta Isaías lo denunciaba: ¡Ay de los que llaman bien al mal y mal al bien, que hacen luz de la tiniebla y tiniebla de la luz, toman lo amargo por dulce y  lo dulce por amargo!

El peligro de este tipo de conciencia es evidente. Nos puede llevar a un grado de insensibilidad total y absoluto hacia el trabajo del Espíritu de Dios en nuestras vidas y a una grave confusión y capacidad de discernimiento sobre el bien y el mal. La conciencia corrupta no aparece de la noche a la mañana. Uno no se va a dormir un buen día y se levanta al siguiente con este tipo de conciencia instalada. Creo que es un proceso acumulativo, es la consecuencia natural y evolutiva de permitir en nuestras vidas una conciencia cauterizada. Vamos perdiendo paulatinamente la sensibilidad y, al final, ya no hay receptividad para la voz de Dios y comenzamos a confundir lo bueno con lo malo. Es por eso que el apóstol Pablo habla acerca de la necesidad de desarrollar -algo que es intencional de parte nuestra- una conciencia limpia; ese es el mejor tipo de antídoto contra la conciencia cauterizada y la corrupta. Pero eso será objeto de otro comentario.

¿Qué posibles evidencias de una conciencia corrupta hay en tu vida? ¿Qué vas a hacer con ello?