ABRIR LOS OJOS
Luego oró así: Señor, ábrele los ojos para que pueda ver. El Señor abrió los ojos al criado y este vio que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo. (2 Reyes 6:17-18)
Mirar y ver no son la misma cosa. La vista es uno de nuestros cinco sentidos. Es algo automático que no exige ningún esfuerzo. Por el contrario, ver es una acción consciente y deliberada de dirigir la vista hacia algo con intención. El criado de Eliseo miraba pero no podía ver. Requiere que el Señor intervenga en él para poder ver realidades espirituales.
Es muy posible que nosotros también precisemos de esa intervención del Señor en nuestras vidas para que podamos ver las realidades que hay a nuestro alrededor. Se me ocurre que necesitamos que nuestros ojos sean abiertos para poder ver todas las necesidades de todo tipo que existen a nuestro alrededor y que, como pueblo del Señor, estamos llamados a aliviar, paliar. También que podamos ver cómo Dios está interviniendo en el mundo para que al detectarlo podamos unirnos a Él en su trabajo de restauración y reconciliación.
Tal vez necesitamos que Dios abra nuestros ojos porque, como dice el refrán, no hay peor ciego que aquel que no quiere ver.

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