EXCLUIDO Y ESCOGIDO
No me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros. (Juan 15:16)
Yo recuerdo mi infancia, en la España a caballo entre los años 50 y 60 del siglo pasado, como un tiempo de exclusión. Jugábamos en la calle o en la escuela y entre los varones el fútbol era el centro de toda la diversión. Se hacían equipos que de forma espontánea eran capitaneados por los dos niños más hábiles. Cada uno de ellos dirigía un equipo y por turnos escogían a los que serían sus jugadores. Naturalmente, elegían a los más capaces, a los que mejor jugaban. Al final acostumbrábamos a quedar dos o tres que éramos los patosos, los que no sabíamos jugar, los que éramos considerados una carga y nadie quería tenerlos en su equipo. Nunca te elegían, simplemente cargaban contigo porque era lo que quedaba y la esperanza del capitán era que, ya que no añadirías valor al juego, por lo menos no molestaras y no impidieras que los demás jugaran. Así fue toda mi infancia con un claro sentimiento de que nadie te quería en el juego.
Con esa biografía por eso fue tan significativo para mí encontrarme con esas palabras de Jesús. Por primera vez en la vida había alguien que optaba por mí, para quien yo era su primera opción. Alguien que no cargaba conmigo porque era lo que quedaba después de que los mejores habían sido ya apartados para jugar en el equipo. Es difícil explicar lo que eso significó para alguien cuya historia fue siempre de exclusión.
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