ENCUENTROS CON JESÚS: SU PRIMO
Soy yo quien necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice? (Mateo 3:14)
Juan, llamado el bautista, y Jesús eran primos, por tanto, no eran desconocidos el uno del otro. El escritor griego Nikos Kazantzakis, en su novela, La última tentación de Cristo (Muy recomendable para personas de mentalidad abierta y nada irreverente en su tratamiento del Señor), narra cómo Jesús solía visitar a Juan en el desierto y cómo poco a poco, a través de esas conversaciones, el Maestro fue tomando conciencia de su personalidad especial y de su rol como Mesías. Sin duda, es pura ficción, pero podría ser totalmente plausible.
Puedo imaginar que fue un proceso de discernimiento espiritual que ambos tuvieron. Juan, reconociendo en su primo una unción especial. Jesús, tomando conciencia de su personalidad y su misión. Un proceso gradual que debió de llevar tiempo hasta que ambos se vieron listos para llevar a cabo sus respectivas misiones: Juan la de preparar el camino para su primo. Jesús la de anunciar la buena noticia de que el Reino se había acercado y era necesario volverse a Dios. No es de extrañar, pues, la respuesta de Juan a la petición de Jesús.
Aprendo de Juan algo que se repite una y otra vez en la historia bíblica. Gente que sabe ocupar su lugar en los planes del Señor, que lo acepta gustoso aunque eso, como sucedió con el bautizador signifique ir menguando poco a poco hasta morir abandonado. Pero también aprendo que como él todos estamos llamados a preparar el camino para Jesús en la vida de las personas que nos rodean y que son significativas e importantes para nosotros. La situación de cada uno de nosotros es única y singular, consecuentemente, la manera de preparar el camino también lo será. Debemos discernirla.
¿De qué modo puedes preparar el corazón de tus seres significativos para la venida de Jesus a sus vidas?
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