JESÚS Y LAS TRADICIONES



Un sábado iba Jesús paseando por entre unos sembrados. Los discípulos, según pasaban, se pusieron a arrancar espigas. 24 Los fariseos dijeron a Jesús: — ¿No ves que están haciendo algo que no está permitido en sábado?  Jesús les contestó: — ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros se sintieron muy hambrientos? 26 Entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió de los panes de la ofrenda, algo que no estaba permitido comer a nadie, sino solamente a los sacerdotes. Y dio también a los que lo acompañaban. Y Jesús añadió: — Dios hizo el sábado por causa del ser humano, y no al ser humano por causa del sábado.  ¡El Hijo del hombre es Señor también del sábado! (Marcos 2:23-28)

Jesús tenía amistades peligrosas pero también tenía enemigos aún más peligrosos. Los enfrentamientos con la casta religiosa fueron constantes y quedan reflejados a lo largo de los relatos evangélicos. Yo no creo que fueran mala gente, simplemente personas desenfocadas. No dudo que, como en todo grupo humano, hubiera personas que pertenecían al mismo porque eso les brindaba poder, influencia y la posibilidad de escalar socialmente. Ser fariseo, escriba o doctor de la ley representaba un prestigio entre sus contemporáneos. Pero también estoy convencido que muchos de ellos eran personas sinceras y honestas que debían tratar de vivir su fe de manera coherente y comprometida. Eran gente, por usar las palabras del apóstol Pablo, " que buscaban a Dios con ardor pero sin el debido conocimiento" (Romanos 10:2). Por esta razón se centraban más en el aspecto religioso y tradicional que en el Dios que había dado origen y sentido a todo aquello. Se enfocaban en la forma y olvidaban el fondo, y cuando esto sucede las formas se exaltan, se elevan y acaban primero confundiéndose con el fondo y, finalmente sustituyéndolo. 
En este pasaje hay un encontronazo a causa de la observancia del día de reposo. No será el último, sin embargo, este es muy significativo porque en él Jesús habla de la razón por la cual fue creado el Sabbath. Éste, según afirma el Maestro, fue diseñado para servir al ser humano y no al revés. El día de reposo, sea sábado o domingo que se observe, fue creado como una manera de bendecir a la humanidad y no de esclavizarla. Desde el principio quedó claro la importancia del descanso. El Señor lo hizo en el séptimo día de la creación y lo estableció como parte de su pacto con los seres humanos. 
Desde mi humilde perspectiva el día de reposo no tiene como finalidad el ser saturado de actividades religiosas que añadan más estrés a nuestras ya agitadas vidas. Antes al contrario, es la oportunidad de poner primero lo primero, enfocar de nuevo nuestras prioridades. Tomar un tiempo para reflexionar y ver si le estamos dando a nuestro Dios y a nuestras familias el lugar que le corresponden. El Sabbath es la oportunidad para recrearnos, entendiendo por recreación, ese tiempo en que generamos nuevas fuerzas físicas, mentales, espirituales y emocionales para continuar siendo agentes de restauración y constructores del Reino de Dios. No olvidemos que Jesús es Dios y en su enfrentamiento con la religión y la tradición está recordando a ambas que el ser humano es el centro, no la religión. El ser humano está por encima de todas las tradiciones y normas religiosas que le esclavizan. Es posible que algunos de mis lectores piensen que estoy siendo extremista en ubicar al hombre en el centro. Estarán cavilando que Dios debe ser el centro de todo y no la humanidad. Estoy de acuerdo y creo que eso mismo pensaron los antagonistas de Jesús, que al confrontarlo y subrayar la importancia de las tradiciones estaban tomando partido por Dios. Un partido que les llevaría a tratar de destruir al mismo Dios. Veo la necesidad de identificar los fondos detrás de las formas, comprometernos con los primeros y no ser esclavos de las segundas.

¿Qué te sugiere este pasaje? ¿Qué desafíos personales te presenta?

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