EL SERMÓN DEL MONTE 56/ AUTORIDAD/ MATEO 7
Cuando Jesús terminó este discurso, la gente estaba profundamente impresionada por sus enseñanzas, porque los enseñaba con verdadera autoridad y no como sus maestros de la ley. (Mateo 7:28-29)
El Sermón del Monte termina con una nota editorial, es decir, un comentario hecho por Mateo el escritor del evangelio. En la misma afirma la impresión que Jesús y sus enseñanzas causaron en las personas que lo escucharon y la razón para ello. Afirma que les impactó el hecho que Él enseñara con auténtica autoridad en contraste con los maestros de la ley. Estos últimos basaban su autoridad en citar la tradición y a otros eruditos de la ley previos o contemporáneos de ellos mismos. Su autoridad se basaba, precisamente, en eso, su erudición, su conocimiento y reelaboración de lo que otros previamente ya habían enseñado. En contraste Jesús únicamente se basa en las Escrituras, que cita para reinterpretarlas y en sus propias enseñanzas; no hay citas de otros maestros, no hay referencias a otros doctores de la ley. Jesús es Dios hecho ser humano y de Él mismo emana la autoridad para enseñar las normas que sus seguidores deben observar para vivir en el Reino. Pero esa profunda impresión que Jesús provocaba no fue ni es suficiente. Ya en el mismo Sermón advirtió que no era una cuestión de conocer sino de practicar. También indicó que la entrada en el Reino está condicionada a hacer la voluntad del Padre, es decir, la obediencia. Sabemos que las mismas multitudes que un día se entusiasmaban con sus enseñanzas fueron capaces posteriormente de pedir su crucifixión.
El punto clave es si más allá de impresionarnos con las enseñanzas de Jesús, cosa comprensible, le reconocemos y otorgamos autoridad sobre nuestras vidas; porque cuando le damos autoridad a alguien sobre nosotros le estamos concediendo el derecho de tener voz y voto sobre nuestra forma de vivir, pensar y actuar. Le reconocemos la legitimidad para opinar y aceptamos que esa opinión es vinculante para nosotros. Eso pasa, o debería pasar, con Jesús, pues cuando le reconocemos como Señor le concedemos ese tipo de legitimidad y autoridad para que cambien nuestra vida y nos sometemos a Él en obediencia.
¿Qué tipo de autoridad ostenta Jesús en tu vida? ¿Impresionado por sus enseñanzas u obediente a las mismas? ¿Oyendo o siguiendo sus consejos? ¿Como las multitudes o como los discípulos?
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