1 CORINTIOS/ EL CUERPO DE JESÚS/ 1 CORINTIOS 12:12-31




Vosotros formáis el cuerpo de Cristo. (1 Corintios 12:27)


Cuando Jesús anduvo con nosotros ministró las necesidades de un mundo roto. Los relatos evangélicos nos hablan de cómo curó, liberó, predicó, acompañó, dignificó, amó y aceptó a las personas con las que tuvo la oportunidad de interactuar. 

Las necesidades continúan estando presentes, Jesús también sigue estando presente en este mundo roto, viviendo en cada uno de nosotros por medio de su Espíritu Santo. Aquí es donde entra en juego lo que afirma en una simple frase el apóstol Pablo. Jesús, para continuar llevando a cabo su obra de restauración y reconciliación necesita un cuerpo y ese somos nosotros, cada uno de nosotros.

Nosotros somos el medio a través del cual Jesús sigue ministrando un mundo necesitado. De hecho, al elevarnos a la categoría de cuerpo suyo, así ha aumentado su capacidad de impacto en la sociedad. Allí donde un seguidor del Maestro está presente, allí lo está Él y las necesidades y carencias pueden ser ministradas o aliviadas.

El reto para nosotros consiste en asumir esa verdad y vivirla. Nos hemos discutido -y seguimos haciéndolo- sobre los dones y su preeminencia -algo que Pablo trata al final del capítulo 12- sin embargo, no he oído nunca una discusión ni un debate acerca de cómo podemos ser más y mejor el cuerpo de Cristo en un mundo tan roto y necesitado.

Párate por un momento y mira a tu alrededor. Discierne las necesidades de todo tipo de las personas que forman parte de tus círculos de influencia y toma la decisión de ser el instrumento de Jesús para ellos, no únicamente para verbalizarles el evangelio, sino también para ministrarlos integralmente, como seres humanos y no como almas.


¿Qué implicaciones tiene para ti ser el cuerpo de Cristo?



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