OSEAS/ ¿DE QUIÉN VIENE TODO ESTO/ OSEAS 2: 4-15



Ella no comprendía que era yo quien le daba el trigo, el vino nuevo y el aceite; y quien le facilitaba la plata y el oro que utilizaba para hacer baales. (Oseas 2:10)


En el libro de continúa utilizando la familia del profeta como símbolo de las relaciones entre Dios y su pueblo. En el párrafo estudiado hoy hay un lamento por la actitud de la mujer de Oseas que, a pesar de haber sido rescatada de su estado previo, vuelve de nuevo a sus amantes, a la prostitución. El Señor lo usa para expresar que esa, precisamente, es la actitud de Israel hacia Él. 

El versículo que me ha hecho reflexionar es un lamento de parte del Señor. El es quien nos da, a cada uno de nosotros, todo aquello que tenemos, todo lo que poseemos, comenzado por la vida y la capacidad de ganarnos un sustento para la misma. Sin embargo, con demasiada frecuencia, olvidamos esta verdad fundamental y pensamos que todo ello viene de otras fuentes. Olvidamos que somos, vivimos y existimos gracias al Señor y, consecuentemente, como sucedió con la mujer de Oseas y el pueblo de Israel nos vamos detrás de otras fuentes de satisfacción, de realización de plenitud que, si somos honestos, al final no acaban de satisfacernos y hacen que olvidemos a aquel de quien proviene nuestra vida y herencia. 

Ya antes de entrar en la tierra prometida el pueblo de Israel recibió el aviso de parte del Señor quien le dijo, una vez que tengas tierras, casas, huertas, vides y ganados no pienses que esto proviene de ti, que lo has ganado con tu propia mano y te olvides del Señor.


¿Por qué es importante no olvidar de dónde proviene lo que somos y tenemos? ¿Qué beneficios nos puede reportar?

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