SEGUNDA CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE CORINTO/ REFLEJAR A JESÚS/ 3:7-18
Por eso, todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un espejo que refleja la gloria del Señor, y vamos transformándonos en su imagen misma, porque cada vez tenemos más de su gloria, y esto por la acción del Señor, que es el Espíritu. ( 2 Corintios 3:18)
En este pasaje Pablo sumariza de forma magistral el propósito último de la vida cristiana, a saber, que Jesús sea formado en nosotros, que cada día su vida sea más evidente en la nuestra, que su carácter pueda ser visible en el nuestro, que pensemos y vivamos con Él, que seamos, con el debido respeto y sin ningún tipo de irreverencia, pequeños jesuses.
La finalidad del seguimiento de Jesús no es asistir a la iglesia, tampoco es recubrirnos de un barniz moral que nos haga respetables, no es sentirnos mejor que otros porque no cometemos esos pecados escandalosos -la mayoría de ellos relacionados con el sexo- que tanto disgustan a los evangélicos, no es acumular más y más conocimiento bíblico que nos haga sentir orgullosos y nos lleve a rizar el rizo doctrinal poniendo los puntos sobre las íes a todos aquellos que discrepan de nosotros que somos los que realmente leemos e interpretamos la Palabra de forma correcta. Nada de eso pretendió Jesús.
En su mente la idea era que pudiéramos ser el tipo de ser humano que Dios pretendió y el pecado imposibilitó. El vino para mostrarnos que una humanidad diferente es posible, una de la cual es el prototipo, el primero, el modelo a seguir. La vida cristiana pues consiste, ni más ni menos, en ser cada día más similares a Jesús.
Comentarios
Publicar un comentario