NÚMEROS PARTE II/ LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA/ CAPÍTULO 31
Así que hemos traído como ofrenda al SEÑOR los objetos de oro que cada uno de nosotros encontró: pulseras, brazaletes, anillos, aretes y collares. Son para dar como rescate por nuestras vidas al SEÑOR». (Números 31:50 PDT)
El pueblo de Israel lanza una ofensiva contra los madianitas que, desde el punto de vista militar, resultó todo un éxito y se recogió, típico de aquella época, un gran botín que se repartió, según un curioso sistema de reparto entre todos, participantes en los actos militares y no participantes.
Lo que me llama la atención y, por tanto, lo he reproducido aquí es la actitud de los capitanes militares que deciden de forma espontánea dar su parte personal y privada del botín, es decir, aquella de la cual no deberían dar cuenta, a Moisés para que sea entregada al Señor, una actitud no requerida y del todo loable.
Me lleva a pensar en mi propia vida y me invita a una reflexión acerca de qué es lo que yo ofrezco al Señor de forma espontánea, natural, emocional, sin cálculo ni razonamiento, aquellas cosas que salen de la pasión de las ganas de agradar al Señor, de la gratitud del corazón, esas cosas que producen tanta satisfacción porque no son requeridas.
Es algo a pensar porque creo que nuestra vida es pobre cuando cosas como estas no suceden con cierta frecuencia y, aún más, esto debería llevarnos a un análisis, a una evaluación general acerca de qué le damos al Señor, con qué actitud, con qué frecuencia, con qué calidad.
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