NÚMEROS PARTE II/ LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA/ CAPÍTULO 30
Este pasaje habla sobre las ordenanzas relacionadas con las promesas y, al leerlo, uno se da cuenta que existe un trato diferente entre el género masculino y el femenino. El hombre que haga una promesa está obligado a cumplirla si o si, sin embargo, la mujer que la haga, si es dependiente de su marido o sus padres puede ser que se salve de ello. Esto no se hace extensible a las mujeres solteras o divorciadas que, al igual que el hombre tienen plena autonomía y son responsables.
Es evidente que aquí estamos hablando de un sistema patriarcal y no es mi intención valorar lo correcto o incorrecto del mismo sino más bien apuntar a un principio que puede ser aplicable en la vida de cualquier seguidor de Jesús. En ocasiones, es bueno tener una segunda opinión antes de tomar un compromiso con el Señor. Variadas pueden ser las razones que nos lleven a hacerlo, una respuesta emocional, un sentido de culpabilidad pero también una motivación correcta y adecuada, un deseo honesto de servir y honrar al Señor que, sin embargo, no es realista ni acorde con nuestras posibilidades y recursos o la situación que estemos viviendo en ese momento particular.
Comentarlo con alguien, tener una segunda opinión, escuchar a alguien que pueda aumentar, ampliar nuestra perspectiva y nos ayude a ver aspectos y consideraciones que no habíamos valorar o tenido la capacidad de prever puede ser de gran bendición para nosotros, evitarnos muchos problemas y no por eso estaremos dejando de honrar al Señor.
Es fácil animarnos y tomar compromisos que después no podamos cumplir y, por eso, el propio Jesús nos enseña que antes de construir una torre es importante calculara el importe del proyecto o y ver su tenemos los recursos necesarios para llevarlos a cabo.
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