1 Al multiplicarse los creyentes rápidamente, hubo muestras de descontento. Los creyentes que hablaban griego se quejaban de los que hablaban hebreo diciendo que sus viudas eran discriminadas en la distribución diaria de los alimentos. 2 De manera que los Doce convocaron a todos los creyentes a una reunión. Dijeron: «Nosotros, los apóstoles, deberíamos ocupar nuestro tiempo en enseñar la palabra de Dios, y no en dirigir la distribución de alimento. 3 Por lo tanto, hermanos, escojan a siete hombres que sean muy respetados, que estén llenos del Espíritu y de sabiduría. A ellos les daremos esa responsabilidad. 4 Entonces nosotros, los apóstoles, podremos dedicar nuestro tiempo a la oración y a enseñar la palabra».
5 A todos les gustó la idea y eligieron a Esteban (un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo), a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás de Antioquía (quien anteriormente se había convertido a la fe judía). 6 Estos siete hombres fueron presentados ante los apóstoles, quienes oraron por ellos y les impusieron las manos.
7 Así que el mensaje de Dios siguió extendiéndose. El número de creyentes aumentó en gran manera en Jerusalén, y muchos de los sacerdotes judíos también se convirtieron.
El pasaje que abre el capítulo seis me hizo pensar en dos cosas interesantes -y tengo que reconocer que me ha costado sacarle provecho al mismo- La primera es que a pesar de ser una comunidad de seguidores de Jesús se produce un caso claro de discriminación por cuestión de origen o procedencia. Las viudas helenistas, es decir, aquellas que a pesar de ser judías habían nacido en territorios de cultura y habla griega, eran o se sentían desfavorecidas en el trato con relación a las que habían nacido en Israel. Esta realidad impone la necesidad de encontrar una situación y se escogen siete personal -en ningún lugar del texto griego aparece la palabra diácono- que se encargarán de acabar con esta situación discriminatoria.
El otro punto que me llama la atención son los requisitos, el perfil, que deben tener estas personas, buena reputación, que permitan la influencia del Espíritu de Dios en su vida y que sean sabios. En la Biblia sabiduría es la capacidad para aplicar los principios de Dios en la vida cotidiana.
Yo diría que es un perfil para cualquier cristiano que quiere tener una responsabilidad. Interesante es notar que no se piden ni estudios teológicos ni un llamamiento de parte de Dios, de hecho, es la congregación quien elige, los apóstoles ratifican y después oran por ellos.
Me he quedado pensando en mi propia vida y esas tres características.
Un principio
La principal marca de un líder su carácter.
Una pregunta
¿Tienes buena reputación? ¿Estas guiado por el Espíritu? ¿Tienes sabiduría?
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