¿A CUÁNTOS DIOSES SIRVES?

 


Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. (Deuteronomio 6:4)

Los pueblos contemporáneos de Israel eran politeístas. En esencia eso significaba que diferentes deidades, tanto masculinas como femeninas regían diferentes áreas o facetas de sus vidas. Había dioses familiares, de la ciudad y del reino. Había deidades responsables de las cosechas, las lluvias, la fertilidad, la salud, etc. Cada una de esas divinidades tenía sus exigencias que los devotos debían conocer y cumplir, o bien para ganar su bendición o para evitar su maldición. Las personas vivían vidas fragmentadas ya que, como indicaba anteriormente, cada área de sus vidas estaba bajo la autoridad de una divinidad.

La afirmación que una y otra vez aparece en el Antiguo Testamento no es simplemente una declaración puramente teológica y abstracta. Antes al contrario, tiene -o debería tener- implicaciones prácticas para la vida cotidiana de cada creyente. Porque al afirmar que: EL SEÑOR UNO ES, está reclamando ser el Señor de todas, absolutamente todas las dimensiones de nuestras vidas, la familia, el dinero, el trabajo, el sexo, la alimentación, las prioridades, los valores, el ocio, las amistades. Mi lista podría ser interminable pero, en esencia, lo que Dios quiere evitar es que seamos monoteístas teóricos y politeístas prácticos. Eso es así porque hay áreas, en ocasiones, muchas más que las que pensamos que responden a la fidelidad a otros dioses. ¿A cuantos dioses sirves?

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