1 JUAN: ¿POR QUIÉN MURIÓ JESÚS?
Porque Jesucristo murió para que nuestros pecados sean perdonados; y no sólo los nuestros, sino también los del mundo entero. (1 Juan 2:2)
Existen dos extremos con relación a la salvación y entre medio muchos matices. El universalista afirma que al final todo el mundo será salvo porque Dios es un Dios de amor y está en su carácter el perdonar. De hecho, algunos consideran que Él está obligado a perdonar pues ese es, al fin y al cabo su trabajo.
En el otro extremo del espectro están los que llamaría dogmáticos en el sentido más peyorativo del término. Son los que aseguran que Dios sólo perdonará los pecados de aquellos que creen en su restrictiva teología. Todo aquel que no encaja en los reducidos límites de la misma es considerado un hereje y fuera del alcance de la salvación del Señor. Eso genera en ellos un sentido de exclusividad, superioridad y arrogancia espiritual.
¿Dónde me ubico yo? Personalmente creo que nadie, absolutamente nadie, es salvo sino es en virtud del sacrificio de Cristo en la cruz. Ahora bien, lo que no sé es a quién el Señor en su gracia, bondad y misericordia aplicará ese sacrificio. No creo que lo haga con nadie que no quiera ser salvado, que abiertamente rechaza tener una relación con Él. Pero tampoco creo que se otorgue únicamente a aquellos que se consideran los guardianes de la ortodoxia. Creo que el Señor es soberano y no tiene que pedirme permiso para salvar a nadie ni está obligado por mi teología por ortodoxa que yo crea que es.
¿Dónde te ubicas tú?
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