RENUNCIEMOS

 



La noche está avanzada, el día a punto de llegar. Así que renunciemos a las obras de las tinieblas y equipémonos con las armas de la luz. (Romanos 13:12)


La tensión luz - tinieblas es una constante en el Nuevo Testamento. Dios es luz, así es descrito por las Escrituras y no hay ningunas tinieblas en Él. La oscuridad se asocia con la maldad, la carencia de santidad, las motivaciones, valores y actitudes perversas. En definitiva, con el pecado y todo lo que de él se deriva. Una buena relación con Jesús es descrita como "andar en la luz", al margen de la oscuridad.

La invitación del apóstol a renunciar a las obras de las tinieblas no tiene tanto que ver con actos puntuales de pecado (oscuridad) en nuestras vidas. Antes al contrario, tendría relación con hábitos, costumbres, estilos de vida, valores, perspectivas ampliamente arraigadas y consentidas en nuestras vidas (sin duda, convenientemente justificadas o racionalizadas) que ya han pasado a formar parte de quienes somos. Son nuestras áreas oscuras.

Es por tanto necesario un ejercicio de introspección, de pedirle al Espíritu Santo nos muestre cuáles son esas obras de las tinieblas a las que debemos renunciar y afrontar el reto en obediencia, probablemente solicitando ayuda a otros hermanos que nos ayuden en la lucha contra las oscuridad.

¿Cuáles son las obras de la oscuridad que estás permitiendo en tu vida?



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