PROFETAS Y REYES, SAÚL Y SAMUEL, ¿SACRIFICIOS?
Samuel respondió: ¿Acaso el Señor valora más los holocaustos y sacrificios que la obediencia a su Palabra? Mira, la obediencia vale más que el sacrificio y la docilidad más que la grasa de carneros (1 Samuel 15:22)
Los sacrificios son la máxima expresión de la religiosidad de Israel. Como sabemos, los había de diferentes tipos y para diferentes ocasiones. Pero, el sacrificio es tan solo una manifestación externa que, desafortunadamente, no nos dice nada sobre el estado del corazón. Uno puede hacer suntuosos sacrificios y tener el corazón frío, distante, rebelde, indiferente al Señor. De hecho, son muchas las ocasiones en que Dios, por medio de sus profetas, se alinea con las palabras de Samuel. Este pueblo, afirma en Isaías, de labios me honra, pero su corazón está lejos de mí. Misericordia quiero, vuelve a decir el Señor, (y reafirma Jesús) y no sacrificios.
¿Cuáles serían los equivalentes en nuestra situación? Pues sencillamente, cualquier manifestación externa de religiosidad que no vaya acompañada de una corazón obediente y dispuesto para Dios. Mientras nosotros miramos nuestros cultos, nuestras liturgias, nuestras alabanzas, nuestros programas, nuestras actividades. El Señor, escudriña nuestros corazones pues, nada de lo anterior le impresiona lo más mínimo.
¿Cómo podemos valorar nuestras vidas y nuestras comunidades? Por el estado de nuestros corazones.
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