PROFETAS Y REYES, DAVID, DESESPERADO
Entonces modificó su aspecto y se hizo el loco ante ellos arañando las puertas y dejando que la baba le chorreara por la barba. (1 Samuel 21:14)
Este pasaje, como tantos otros de las Escrituras, es cuando menos curioso. Si leemos el capítulo en su totalidad nos encontramos con el rey ungido de Dios huyendo para salvar su vida. Mintiendo al sumo sacerdote para que le provea de comida y armas. Haciéndose el loco para preservar su vida en tierra de los filisteos. ¡Qué patética visión del rey más grande que nunca tuvo Israel!
La mayoría de los salmos fueron escritos por este personaje. Muchos de ellos reflejan, con mucha probabilidad, las reflexiones que vinieron a su mente al vivir esas circunstancias. Él no tenía el libro de los salmos como nosotros para poder revitalizar y fortalecer su fe. Tuvo que crearlos sobre la marcha, expresando al Señor su miedo, desesperación, sentido de abandono, de desesperanza. Su experiencia como ser humano ha dado voz a millones de seguidores de Jesús que, a lo largo de la historia, han encontrado en sus palabras el modo de articular su dolor y sufrimiento ante el Señor.
Aprendo que los seguidores de Jesús debemos entender que el sufrimiento -la dimensión emocional- y el dolor -la dimensión física- pueden llegar a nuestras vidas como llegaron a la de David. Aprendo, que en medio de todas esas situaciones los salmos pueden darme las palabras para articular mis emociones. Aprendo, que nadie me librará del valle de sombra de muerte pero, que el Señor estará conmigo. Lo veo en Jesús y en David.
¿Cómo puede los ejemplos de David y Jesús ayudarte a entender mejor tu situación?
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