LA FE EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS: ANSIEDAD



Echad toda vuestra ansiedad sobre Él, porque el tiene cuidado de vosotros. (1 Pedro 5:7)


Junto con el coronavirus está esparciéndose la ansiedad. El diccionario la describe como un estado de agitación e inquietud que no permite descansar, o por el riesgo de amenaza, o por el mal que ya se padece. Las noticias sobre la economía están provocando que la preocupación por la salud pase casi a un segundo plano en el mejor de los casos, o añada sufrimiento al ya existente por el miedo a la enfermedad en el peor de ellos. ¿Sobreviviremos a la pandemia para encontrarnos sin trabajo, en precariedad económica, sin medios para subsistir? ¿Qué haremos con nuestras facturas, hipotecas, préstamos etc.? ¿Qué va a suceder con aquellos que dependen económicamente de nosotros? En definitiva, si se da el caso de que sobrevivimos por la gracia del Señor ¿Con qué escenario nos vamos a encontrar? Todo esto se dispara en nuestra mente y genera ansiedad.

El consejo de la Palabra es desarrollar una buena higiene mental. El apóstol nos enseña que no debemos reprimir o negar esa ansiedad, esa preocupación, esa zozobra; antes al contrario, hemos de reconocerla, ponerle nombre y apellidos y echarla en oración en los brazos del Dios que tiene plena conciencia de nuestras necesidades. Y esta fórmula hay que repetirla una y otra vez. Tantas veces como la ansiedad pretenda tomar el control de nuestras mentes. ¿Cuántas veces respiramos al cabo del día? ¡Tantas como necesitamos! ¿Cuántas veces hemos de echar la ansiedad en las manos de Dios? ¡Tantas como necesitemos!

No soy iluso. Nadie sabe cómo será el futuro. De momento sólo tenemos el presente y necesitamos gestionarlo con los recursos que Dios nos da. Lo que propongo no es una varita mágica para que todo se arregle. Es un consejo de la Palabra para manejar el día de hoy.


¿Cuáles son tus estrategias para gestionar la ansiedad?

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