IMAGO DEI 3




Y creó Dios al ser humano a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. (Génesis 1:27)

La querida versión de nosotros los que ya tenemos una determinada edad, la Reina Valera, habla de varón y varona. Esta última  es una palabra tan en desuso que los correctores de Google se empeñan en borrarla por considerarla equivocada. Curioso, porque al hacerlo siguen la tendencia de muchos que tienden a eliminar el carácter femenino de Dios porque no saben muy bien qué hacer con Él, y nuestra tendencia es eliminar todo aquello que nuestra limitada teología no saber muy bien cómo manejar.

Pero no podemos evitar ni ignorar lo que nos enseñan las Escrituras. Que nosotros estemos hechos a la imagen y semejanza de Dios no significa que nuestra humanidad sea posible proyectarla en el Señor. Dicho de otra manera, Dios no es una amplificación del ser humano, ser portadores de su imagen es mucho más complejo que proyectar lo que somos en Él y pensar que es un súper hombre. Pero lo que es cierto es que el varón por sí sólo no refleja en su totalidad la imagen del Señor. Del mismo modo, la mujer por sí sola no refleja tampoco de forma integral esa imagen. Son ambos, el varón y la varona, los que nos dan una perspectiva, que si no total, si más cercana a cómo Dios es.

Así pues no podemos entender cómo es el Señor sin reconocer que hay en Él características femenina y, al mismo tiempo, características masculinas. Basta leer detenidamente el Antiguo Testamento con un cierto conocimiento de la cultura hebrea para ver la gran cantidad de características femeninas que se le atribuyen a Dios. En la parábola del hijo pródigo, el Señor no actúa como un padre judío, sino como una madre. Rembrandt lo entendió muy bien y si miras su cuadro, el regreso del hijo pródigo, verás que las dos manos del padre están puestas sobre la espalda del recién regresado; sin embargo, una de ellas es reciamente masculina, y la otra delicadamente femenina.

No es una locura ni una herejía afirmar que Dios es nuestro Padre y nuestra Madre. Creer que Dios es masculino es, como indicaba antes, proyectar la humanidad sobre la divinidad para calmar nuestra mente. Dios nos hizo a su imagen, tanto la mujer como el hombre reflejan, aunque de manera incompleta, la imagen del Señor. Entender y valorar la singularidad de la forma de ser femenina nos permitirá comprender y entender matices del Creador que hasta hora tal vez se nos han escapado.


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