EL PUEDE ENTENDER TU DOLOR II
Llegados al lugar llamado Getsemaní, Jesús dijo a sus discípulos: — Quedaos aquí sentados mientras yo voy a orar. Se llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentirse atemorizado y angustiado. Les dijo: — Me está invadiendo una tristeza de muerte. Quedaos aquí y velad. Se adelantó unos pasos más y, postrándose en tierra, oró pidiéndole a Dios que, si era posible, pasara de él aquel trance. Decía: — ¡Abba, Padre, todo es posible para ti! Líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. Volvió entonces y, al encontrar dormidos a los discípulos, dijo a Pedro — Simón, ¿duermes? ¿Ni siquiera has podido velar una hora? Velad y orad para que no desfallezcáis en la prueba. Es cierto que tenéis buena voluntad, pero os faltan las fuerzas. Otra vez se alejó de ellos y oró diciendo lo mismo. Regresó de nuevo a donde estaban los discípulos y volvió a encontrarlos dormidos, pues tenían los ojos cargados de sueño. Y no supieron qué contestarle. Cuando volvió por tercera vez, les dijo: — ¿Aún seguís durmiendo y descansando? ¡Ya basta! Ha llegado la hora: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. Levantaos, vámonos. Ya está aquí el que me va a entregar. (Marcos 14:32-42)
A las personas en general y los evangélicos en particular nos falta vocabulario emocional. He oído a algunos líderes decir aberraciones acerca de lo que un cristiano maduro debería o no debería sentir; incluso, que algunos estados del alma, como la depresión, son incompatibles con la fe cristiana. Semejantes personajes deben ser de plástico y no de carne y hueso como yo o... como Jesús. Veamos que estados emocionales experimentó el Maestro en su experiencia en Getsemaní.
Jesús se sintió atemorizado. Esto es definido por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como: "pasión del ánimo, que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso". Así se sentía Jesús, con ganas de salir corriendo para evitar lo que percibía con total claridad como una situación terrible. El mérito para el Maestro no consistió en no experimentar lo que experimentó, sino en saberlo gestionar y moverse adelante a pesar de ello.
Jesús se sintió angustiado. Aflicción, congoja, ansiedad, temor opresivo sin causa precisa. Así define el diccionario ese estado de ánimo del Maestro. En su situación sí que existía una causa bien precisa: la muerte le esperaba a la vuelta de la esquina.
Jesús experimentó una tristeza de muerte. La tristeza es considerada una de las seis emociones básicas del ser humano. Es una clase de dolor emocional o estado afectivo provocado por un decaimiento espiritual y expresado a menudo mediante el llanto, el rostro abatido, la falta de apetito, la lasitud etc. A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas o cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Primero, no te avergüences de tus emociones digámoslas , son normales, el Señor te ha hecho un ser emocional. Segundo, no permitas que juzguen tu espiritualidad por la mismas, Jesús también las vivió en carne propia. Tercero, aprende a gestionarlas como el Maestro lo hizo. Cuarto, no dejes que te consuman, te destruyan, te esclavicen; ves con ellas a Jesús, vuélcalas sobre Él porque las entiende y tiene la capacidad de aceptarlas y contenerlas.
¿Por qué no lo haces ahora?
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